Ni una
vez más volverás a escuchar mis latidos,
ansiosos
y pegados a tu pecho,
y te
cansarás de golpear en él una y otra vez,
hasta
que sangren tus nudillos.
Y no, no
reabriré la puerta a mis sentimientos
y estos
no volverán a por ti, al contrario,
volveré
silencioso hacia el lugar
de donde
nunca debí de salir… los sueños.
Ni una
caricia más, ni un beso, hasta quizás,
ni
sintamos un solo roce más en nuestras carnes...
aunque
éstas permanecerán calientes mucho tiempo...
deseándose
de manera ansiosa y apasionada como en el primer día.
No
obstante, no… jamás te tocaré,
me
mantendré en el mismo abismo, aquel donde un día,
me
empujaste a caer y, en esa eternidad, deseada junto a ti,
desapareceré tan dentro de mi ser que,
sin darnos apenas tiempo ni cuenta…
el olvido... nos acabará
enterrando a los dos.