Deseaba
vivir más que nadie...
nada
parecía pararla, sin embargo,
un amor,
no correspondido como ella esperaba,
la dejó
en el camino.
Confundida
y atrapada por el egoísmo,
se negaba
a dar sustento a sus sentimientos
y no los
alimentaba…
nada más que con migajas que, ella,
creía, era
amor.
No
obstante ella jugaba a ser feliz…
sin
saber que con la felicidad no se jugaba...
hoy, tan
solo recoge las cenizas,
quemadas
en el volcán de sus ansias.
Aún se
la puede ver por la calle,
sonámbula,
trastabillando como una beoda,
perdida
y sin rumbo buscándose por entre las calles
deshabitadas
de su mente egoísta y enferma de soledad.