Imagen obtenida de Internet
¿Recuerdas, mi amor, la entrañable sensación de lo vivido,
abrazados a nuestros cuerpos los dos?
fuimos
los salvajes herederos de nuestro sueño
bendecidos
fuimos los dos con nuestro amor.
Recogimos
la cosecha con nuestras manos
y
también con nuestros sentidos,
lo
disfrutamos con pasión.
Encerrándonos
después en un escueto rincón del alma
donde murieron nuestros recuerdos
sin
esperanza ni ilusión.
Hoy,
muerta la llama, me desborda el llanto al recordar
cuanto la amé y cuanto ella,
me amó.
Sufrimos
por ello el castigo, gozamos nuestro
dolor.
Por
ella recibí en mí el disparo a la memoria injusta,
causa
probable de mí aflicción.
Las tinieblas me abrazaron
y envolvieron, cerré
los ojos y se me secó
en ese mismo instante el corazón...
Algo
entonces se posó en mis parpados,
eran
labios de mujer, sentí su hálito caliente
en mi frente besándome con tanto amor,
que
si un Dios hubiese existido
¡revivir
de nuevo le habría rogado yo!