Sigue
pasando el tiempo, sin esperas…
se
me incrusta en los poros,
penetrando
lentamente en mis entrañas;
la
angustia es constante, difusa e inquietante.
Nada
es realidad ni lo es la mentira,
se
me aparece una última visión y,
no
es la que esperaba…
es
el adiós, buscando llevarse mi alma.
Dejo
que me abrace, ella me quiere, yo no la rechazo…
no
será una despedida más,
tal
vez un hasta siempre o un hasta luego,
después
será la libertad quien me abrace o me maldiga.
Será
mi adiós a la miseria, al desencanto,
una
marcha final hacia la verdad
o
una bienvenida a lo inesperado,
o
el rechazo a una vida que no se sabe ser vivida.
Pero
no importa, lo que tenga que venir, vendrá,
daré
cuerda al reloj y lo dejaré pasar,
él
será quien descargue esta pila que tengo por corazón;
doliente
músculo palpitante
inseparable e indivisible del alma.