Imagen obtenida de Internet
En
esa lejanía donde se sustenta tu carácter,
vive
la insolente soledad que me apacienta.
Ceniza
aún caliente de lo mucho que te quise.
En
el olvido, atrapada y con llorosa sonrisa nerviosa.
Puñal
que aún persiste clavado en mi entraña,
que
me grita desde dentro cuanto te añoro.
Queriendo
condenarme por cuanto espero,
buscando
a la dulce ensoñación de un ¡te quiero!.
Furtiva
escapa el agua derramada del ayer,
en
estos ojos que un día te admiraron, amaron y protegieron. Más hoy sacan la
fiereza y la frialdad con que un leal guerrero saca su furia furibunda y acaba,
sin pensarlo, con cuantos a ti te faltaron o te hirieron.
De
egoísmo e ingratitud tratan al amor los que sufrieron,
mientras se dan golpes
en el pecho creyéndose cruzados caballeros, llevando la palabra de Dios
manchada en sangre.
Apático
Triste, desolado y solo.
Siento que me diluyo en el recuerdo incierto,
mientras
asoma a mis ojos una lágrima en forma de luz,
la del amor que aún añoro y
espero...