Imagen obtenida de Internet
Eres, cariño mío, el valle que me abastece,
el aliento, en forma de tornado que me oxigena
en medio del murmullo del viento cuando grita a la tarde,
mientras me susurra al oído que no viajo ni estoy solo.
La fina mano de seda que me recarga de ternura
y me acaricia, masajea o consuela.
Eres el dulce delirio de un perfume que,
inhalado por mi pituitaria, me hace sentir deseado.
Eres el sol que abrasa mis sentidos,
y también la hermosa luna llena
o la verde espiga que, hermosa, al viento
conmueve mientras se cimbrea y coquetea.
Eres el delirio que vive de mis sueños
y dentro de mi cuerpo, sin despertarme, me apacientas,
calmando mí pasión y el éxtasis de mi existencia.
Eres, mi amor, la turba, húmeda y anhelante,
la misma que hace crecer la vida con su néctar
a todo aquel ser vivo que respira, se mueve
y que alienta en nuestra maravillosa Tierra.