Imagen obtenida de Internet
Te beso las disculpas
y me embebo de mis culpas
sollozando como lo haría un niño…
para presentir al mismo tiempo que te pierdo,
que la vida se me escapa, sin disculpa,
por cada poro de tu piel.
Soy el pasajero de tu tiempo…
el hereje que volteó su suerte
y que rompió el cáliz por las fisuras de tu enojo,
acariciando
sin medida…
el orgasmo de una sin razón… la mía.
Me rindo ante tu desparpajo
y me apoltrono en mi desencanto,
para perecer ante la misma muerte…
jurándole sin vergüenza lo mucho que te quería…
¡y lo injusto
de mi suerte
al componerte esta pobre poesía!