Imagen obtenida de Internet
Estoy sangrando, sin herida o incisión
que manche o perturbe mi cuerpo.
Me estremezco y tiemblo, sin tener frío,
temblar de terror o miedo alguno.
Eso sí, siento que se me desgarra el alma
y a mí desde luego, nadie me ha herido.
Pero, duele horrores esta carestía de sentido.
Y es un dolor seco, mudo y hasta mugriento,
por lo cansino en su andar,
o su fea melancolía y duro despertar.
Respiro profundamente,
casi me exijo una explicación
¡Iluso! acaso ¿no te diste cuenta que es un castigo?
Me río sólo, olvidado de todos,
y envuelto en mis oscuros vacíos.
Se me escapa el aliento,
y entre dientes, me maldigo.
Oscuro el incienso que me perfuma de olvido.
¡Y maldita la primavera en la que he nacido!