Estoy en la curva
del decaimiento,
inhalación de
aquel que nació muerto,
tal vez
respirando la vida, neutro,
irascible en su
conjunto o un aborto.
Después de todo
nací bajo un seto,
antes de llegar,
apenas un rato,
"la
residencia", en Badajoz, roto,
con mi madre
subida en una moto.
Fue en ese
instante, la vida se paró,
abrí los ojos,
latió mi corazón,
y comencé a
respirar muy cañero.
Por eso digo,
estoy en la curva,
a solo una
inhalación o calada;
un juego, el de
la vida o la muerte.