Imagen obtenida de Internet
Me deshice con pesar del llanto y del quebranto,
para alumbrar a mis ojos de una nueva ilusión
y acaricié y di la bienvenida a la felicidad
que se me prometía, dando por finalizadas
las penurias y desventuras que habían aterrorizado a mi
corazón.
Abracé con cariño y con esmero la causa,
no ajena a mí ni ignorada y me dejé mecer
entre sus lazos de dulces y apasionadas caricias…
Estaba encantado, gozando de la enorme felicidad
que se me
regalaba y del inmenso amor sin egoísmos,
que se me ofrecía y entregaba sin pedirme nada.
Sin embargo una noche en la que intentaba dormir,
comprendí con pesar, que no era yo quien gozaba
de tanta felicidad, sino aquel que una vez fui…
dolorosamente herido y humano y asquerosamente débil e
infeliz.
Cerré entonces los ojos a la esperanza
y dejé abierta la herida sangrante de mi corazón
para que corriera en pos de la desesperación y el llanto.