Me sabes a mermelada en el pan tostado
y a frutos secos saben tus labios salados.
Eres el dulce néctar que bebí sediento
y la sal satisfecha que rozo mi aliento.
Te amé mucho, sí, mientras pude y me dejaron,
ahora me alejo
para vivir cansado...
perdido, triste, albino y desorientado.
Me esforcé por creer que vivía mi sino,
cuando la realidad era que estaba sin fe,
desorientado y herido, perpetuamente,
odiando una realidad que es una mentira.
Eras el dulce néctar que bebí goloso,
la senda buscada que perdí por quererte,
donde te encontré para perderte otra vez.