Le acaricio su
cabello
mientras mis manos
se deslizan por su
cuerpo.
Guapa, elegante y
bella,
se manifiesta
orgullosa,
placentera y
satisfecha.
La aprieto entre
mis brazos
y dejo que se me
diluya entera,
es hora de gozar de
lo amado.
Su boca se abre
hambrienta,
mis labios se
apoderan de sus labios
y su lengua me sabe
a jamón salado.
Caemos los dos
en el paroxismo de
la lujuria,
en el goce extremo
del pecado.
Ya somos dos en uno
¡fundidos y
fortificados!
somos la esencia,
¡la estela!
Llegados los dos al
cenit
nos mordemos,
lamemos
y gritamos al dios
sol
lo mucho que hemos
gozado
y nos hemos amado.