Imagen obtenida de Internet
No puedo soportar más la soledad que me aqueja.
No la del
cuerpo físico, sino la que se me adhiere al alma,
helada, con un frío glacial
que me mantiene pegado el espíritu, a los huesos, como queriendo inhibirse
o tal vez
desentrañar su mal, antes de irse.
Los más frustrantes designios habidos en mis sueños,
son ahora
los misterios ocultos, sin resolver,
peregrinando en mi mente, obtusa imagen
la
que se me adhiere a la pobre imagen de mí mismo.
Y aquí sigo, navegando en la estratosfera de mi signo,
calentando
a bofetadas las paredes resquebrajadas
de ésta “mal querida” soledad y angustia
mía.
La misma que me quiebra en cascabeles zigzagueantes,
en
sonidos huecos ¡maldito el cascajo lastimero de mi desencanto!
Peregrino soy de pedregales, de mala yerba,
y caminos
eternamente laicos y sin más historia
que sus lágrimas, sus lamentos y su mal
aliento.