En este fuego ardiente que me consume
y en esta sed infame, mezcla de ser humano racional y animal,
me
visto bajo la apariencia falsa de un ser aparentemente normal,
sin dejar de comportarme como un necio mortal más.
¿Mi calzado? La desnudez de mis letras,
mi palabra, una siembra sin semillas,
hundidas éstas en una tierra árida,
desértica, seca y sin vida.
Sin embargo, no discrepo, soy como soy,
hojarasca que se lleva
el vendaval, salitre evaporado
del agua helada del mar. Saliente de roca miles
de veces golpeada
y con la rugosidad de siglos en su dureza inmortal.
Quise ser fuego y arder en un alud de humildad,
también volcán
lanzando desde su vientre piedras volcánicas,
vomitando así su ira sobre una
tierra calcinada,
desértica y desabastecida... pero,
soy poco, casi nada,
apenas un apagado suspiro en medio
de un furioso y
enloquecido vendaval.