Imagen obtenida de Internet
Siento en mí la ardiente pasión
con la que me miras
y veo cómo me vas buscando
y no rehúyes mi mirada
ni desvías tu piel
cuando te me aproximas
y te toco y acaricio
como un loco enamorado.
Te siento tan cálida y serena,
con esa cándida,
dulce y a la vez altiva placidez,
que me hace desearte
y poseerte hasta
lograr emborracharme de placer,
para caer luego
dormido y relajado
sobre nuestra cama,
ebrio y satisfecho de placer.
Esa es la razón de que hoy…
sienta el pesado lastre
de mi necedad en mis entrañas
y cómo ésta siente a su vez
el vértigo en la piel cuando te ama
y teme perder tu amor a la vez.
La soledad persiguiendo,
a la vez que la fustiga,
a la memoria, zarandeándola,
como sí ésta tuviera alguna culpa
de ser como un disco duro
que todo lo copia, guarda y almacena.
Duele tanto recordarte...
aunque mucho más
me dolería y heriría
sí tú recuerdo
al final se me perdiera
y nuestro fino lazo de nostalgias
se nos llegara a diluir
sin un mañana o un después cualquiera.