Imagen obtenida de Internet
Esa bella fragancia que inhalo y que emana de tu piel,
veneno que me diste a beber obligándome a amarte.
A poseerte de manera salvaje bebiendo de tu miel,
aunque acabé llorando, humillado de amor, por desearte.
Me deslicé excitado, lentamente, sobre ti como un infiel,
buscando ansioso el sabroso manjar que me escondiste
donde nada nace sin un caudal inmenso de aguamiel.
Foso profundo, carnoso, que para tu disfrute, me abriste.
Fuiste cegada por tus deseos, por tu pasión enloquecida,
queriendo vivir la apasionada aventura a través de mi cuerpo,
el mismo al que una despreciaste negándole darle tu vida.
Tantos años te sufrí en secreto, llevando una herida,
hecho un guiñapo, deseando que me abrazaras estremecida
sufrimiento,
por ti, querida, tan deseada y amada a un tiempo.