Imagen obtenida de Internet
No, ya sé que me mientes, lo sé, sabes que soy arisco,
seco,
amargo y muy poco cariñoso,
hasta soy perezoso para expresarte
con claridad y
lucidez mi cariño.
Arduo el trabajo tuyo que tienes para conseguir de mí,
no más
que migajas, hilachos de mí alma,
que se evadieron cuando huyeron de mí cuerpo.
Pero ¿qué quieres? me deshice en el camino de lo terrenal,
al
igual que se deshace un cubito de hielo en un vaso de café,
sin pensar si me
gesto dañaría a alguien al pasar.
No queda nada en mí de aquel niño que miraba al cielo
y sus
noches de luna llena, soñaba con mil aventuras
donde el amor era su más fiel
amigo y compañero.
Mírame ahora, cariño ¿qué es lo que queda del ser que fui?
Una
derrota tras otra dio al traste con mi fuerza,
la que había reunido cuando aún
creía en aquel niño,
en aquel aventurero imaginario, soñador,
fantasioso y
embustero, que se mentía una y otra vez, así mismo.
No me mires así, lo sé,
solo soy un fantasma de lo que fui