No dejes que mi ausencia
cause una vez más en ti
una fatal ilusión
que te lleve a caballo,
de la cruel desilusión...
esquiva suerte aquella,
causa ciega del dolor;
cimentada en la pasión.
No pienses en mí, morí...
aquella misma tarde
en la que te conocí.
Fue besarte y... me perdí;
el limbo de los necios,
tus labios fueron mi fin.