Cautivo de mi
impotencia, mientras abro el puño,
¿para una
despedida tal vez? ¡no, para amarte!
tras abrazarte
muy fuerte hasta arrugar tu ceño
bebiéndome de tus
labios, tu amor, adorándote.
Decepcionado de
lo humano, acaso triste,
camino
desperdigado, cansado, huraño,
retorciendo mi
memoria errada, buscándote.
No pudiste ser,
ni podrás ser jamás, mi sueño.
Te fuiste de mi
lado herida, me repudiaste,
no sin antes
odiarme escupiéndome tu rabia,
veneno de una
pasión avejentada, triste.
Resentido quedé
de la humanidad, con fobia,
huyendo sin
prisa, sin poder aborrecerte,
pidiendo que la
vida ungiera tu luz celeste.