La acaricié
mientras lloraba,
sus lágrimas
entre mis dedos,
resbalaron hasta
mi boca,
las bebí sediento
hasta gemir.
Tan dulces y
saladas fueron
que la pedí que
no parara,
para saciar mi
cuerpo hambriento,
de amor, de sexo
o sentimientos.
Ella me dejó
hacer, sus labios,
bebian de mi boca, extasiada,
caliente su
cuerpo de gracia,
vaciando mi
sangre en sus venas,
fluidos
derramando lujuria
sobre un cuerpo
sensual de hembra.