Camina a
tientas… a trompicones,
doblando
su escuálido cuerpo
mientras
le bailan sus huesos
y su
mente se pierde y evade en sus adentros.
Ya no me
sonríen sus ojos,
su
expresión al sonreír, es inexpresiva,
como si
estuviese perdida y hubiese naufragado...
¡en un
inmenso mar de arena y desierto!
¡Madre!
¿No me escuchas?
mi voz
la grita desde mis adentros,
golpeando
con rabia a este necio corazón,
desde el
más profundo lugar...
¡dónde
duerme, llorando, el sentimiento!
¡Maldigo
tu enfermedad!
... esa
que te ha llevado presa,
huyendo
hasta los confines de una soleada tarde…
dónde,
quizás visites el mar… y allá… guardes tus naves.
“El Alzheimer es terrible, para el paciente,
como para los propios cuidadores,
sobre todo, cuando son familiares cercanos
del paciente, ya sean hijos, hijas o nueras”.