Imagen obtenida de Internet
Me aproximé demasiado al fuego y me quemé.
Fue limpio, solo me quemó la piel.
El corazón tampoco sufrió pero, lo lastimé...
Hoy su latir es lastimero, llora lágrimas de hiel.
Al alma velaron unos pocos entre risas y remé
contracorriente, evitando acercarme y así oír su cruel
y despiadada voz llamándome burlona ¡Rafael!
Mientras en silencio y lloroso, pensaba en lo que te amé.
Hoy vuelve despiadada a traicionar mis raíces,
oscuro báculo que litiga contra mí desidia, y horada,
zarandea y agita mis entrañas hasta expulsarlas como heces.
Así me siento yo ante tus ojos, y tú vas y te creces,
fingiendo cuando entro muy dentro de ti, mujer amada,
cerrando los ojos, suspirando, riéndote de mis memeces.