Se me enredan y confunden, sensaciones dispares en mis sienes,
culpa de este dolor que me ahoga y culpa también
de esta ansiedad que en mi
alma abunda y me hiere,
al pensar en lo lejos que estoy de mis hijos...
Prevalece sobre mí pulso la desazón,
mientras el corazón sufre
por querer ver sus sonrisas
y sentir sus corazones contra su propio latido,
en este pecho gris deseoso de
demostrarles
todo el amor y el cariño en sus exclamaciones.
Los amo tanto... ¡como los quiero!
como un padre abnegado, aunque lejos de ellos viva
y no esté junto a ellos todo lo que
deseo y anhelo...
pese a mí alma agrietada... así el dolor de no tenerlos cerca
me mate, ¡jamas los olvido!
No olvidéis nunca hijos míos, que vuestra madre y yo,
os tuvimos con mucho amor. Hijos míos...
Un broche de amor infinito que os creó con su sangre para
amaros.