Cuando la miré a los ojos,
la enlacé por la cintura,
y sentí su cálida piel,
supe que iba a besarla.
Fue como un brutal
e irascible relámpago
que restalla en el cielo
y ciega mis ojos y cerebro.
Fue como una tromba
de agua salada y de mar
que me inundó e hizo trizas.
Una prueba de fuego
que el amor ¡existe!
y me partió el corazón.