Imagen obtenida de Internet
Quisiera dejarme abrazar
por esa misteriosa dama que es, la muerte.
Y danzar con ella, sin miedo,
hasta agotarme en los abismos
imposibles de mi suerte…
Dejar entonces que su aliento fétido
me acaricie la frente, desnuda, de unos pocos sueños,
olvidados.
Para después, darle, sin reparo alguno,
mi último suspiro y tras
ello,
desaparecer de este mundo para siempre.
No, nunca habrá razones suficientes para despertar
de este
sueño maldito e inquieto.
Si, a su vez, dormida sigue mí esperanza.
Ella, siempre quieta e inamovible a sus ojos fríos como
escarcha.
Helados de muerte…
y me siguen hasta donde yazco desnudo,
durmiendo al filo del abismo,
aquel que la separó a ella, la vida,
¡de mi muerte!
