
Imagen obtenida de Internet
No
me detengas, soy la palabra viva,
la inseparable verborrea de la verdad.
Sentimientos
latentes y ansiosos en busca constante
de un corazón a quien amar.
Viento
del sur, cálido,
húmedo y adulador para tus oídos enamorados.
No
lo consigo, ella está sujeta mi piel desnuda,
acaricia mi pecho peludo y danza
para mí…
sus movimientos son lentos y aprovecha cada vaivén
para rozarse e
incendiarme la piel.
Dios...
¡lo consigue! Me enerva,
me subyuga ¡me enloquece!
Parte de mi carne se erige
en poder
y se bate orgullosa entre sus muslos
de diosa terrenal, impúdica y
osada.
Ahora
danzamos los dos con una simetría perfecta,
en línea recta, partidos los dos en
dos mitades,
que se nutren y alimentan de coraje.
Dos
sexos que se funden en un abismo profundo,
rebelde e indomable...
Palabras
y letras que conforman en surcos,
dos mundos, el terrenal, de pureza de dudosa
procedencia
o el espiritual... que es el de amantes ardientes e indomables.