En instantes te percibo
y me parece inhalar tu perfume,
perfume de olorosas rosas rojas…
aquellas que un día te di a poseer.
Emergiendo sobre sus espinas
sobresalen de mi pecho…
ardientes, lascivas y caprichosas,
buscando inútilmente como herir.
No pueden, ya no,
soy un muerto que camina
y va de pie…
destrozado por un beso;
aquel por el que una vez soñé
y hoy, está tan lejos…
como lo estuvo, ella, en el ayer.
Me pesa sin querer
cuanto la añoro, sin saber,
donde empieza el sueño
Y dónde, alguna vez…
lo acabaré.