Imagen obtenida de Internet
Me voy, me niego a seguir durmiendo,
a seguir soñando.
Descabalgo
al fin
de este desbocado caballo de mi fantasía
y me pierdo tropezando
y cayendo
una y otra vez calle abajo.
No insistí en buscar razones,
las sabía de sobra y no eran
ficticias.
Ella me amaba, lo sabía,
tanto como yo la amaba a ella.
Sin embargo, la suerte estaba echada
o quizás fue el destino
nos mintió,
nos puso ante los ojos un cielo azul,
un precioso arcoíris y
después se burló,
se marchó y nos olvidó.
No quiero volver la mirada,
ni siquiera quiero mirar al
frente.
Dejé que mis pies cansados
arrastraran mi cuerpo por el rugoso suelo,
doblé entonces más mis hombros
y llorando la arranqué
de un
zarpazo de mis entrañas,
de mi vida y de mis sueños,
a regañadientes,
cabizbajo, doliente y espantado.
.