Dices
que te vas…
y en mi
pecho se instala una flor,
de
tallos cargados de espinas
clavados
en el fondo del alma mía.
Dorado
reflujo de mis venas
surten
cobardes al grito de;
¡yo
estoy afuera!
y lloro…
¡y grito!
Y me
odio…
por
llevarlo todo escrito
en mi
frente….
¡y con
la sangre de mis venas!