Imagen obtenida de Internet
Al
tiempo le eché en cara
lo
rápido que pasaba para mi
y
cómo se me iban las fuerzas
y
las ganas de vivir.
Lo
acusé de mal amigo y vividor,
y
forcé la lejanía de un servidor,
retándolo
a seguirme si se atrevía.
No
lo hizo, y orgulloso,
sin
darle más tiempo a la alegría,
me
declaré en vencedor.
Sin
darme cuenta que,
sin
tiempo… a mis espaldas,
¿qué
era entonces yo?
sino
un paño usado,
acabado
y sin honor…
Mi
mente no crecía
mi
cuerpo envejeció
y
sin darme cuenta apenas
mi
alma, sin tiempo… languideció.