Te pensé…
y al minuto siguiente, te perdí.
Horas más
tarde vi tu borrosa figura,
corrías
calle abajo sola e ignorándome.
Lloré
silencioso como un niño sin su madre.
Caminé
calle abajo ebrio y buscándote.
Fueron
horas vacías al no poder encontrarte
y un peso
infame llevo a cuesta sobre mi espalda;
el dolor,
la angustia, desazón y desesperanza.
Sentimientos
que se funden y atan y a la vez se rechazan.
Rencores
de cuerpos que se abrazan y aman.
El
suplicio del hombre, absurdo y sin alma.
Te pensé y quise tanto… y ahondé
y te busqué tan profundo en mis entrañas...
que por años que viva, sé que jamás te encontraré
Seré el eco roto de un suspiro, el de mí ayer.