Las
penas que me hieren furtivas
y
serenas al alma, huyen después,
sin
mirar atrás ni pedir perdón,
recreándose
sólo en una imagen,
aquella de tú
traición.
No me
vengas a buscar, moriré solo,
lejos de
tu olvido, me subiré a la más alta copa
de tu
indiferencia y volaré. Tan lejos y tan infinita
será mi
huida, que nunca volveré...
No me
mires así... tus ojos me hieren sin querer,
me
pinchan con la osadía del que no sabe mentir.
Aunque...
tú no mientes, amor...
solo te
evades de cuanto merece la pena decir.
No
llores... pequeña, ¿no ves?
por fin
se cumplió tu sueño,
muero
lejos de ti...