Imagen obtenida de Internet
No
me gusta este silencio, ni la forma en cómo me mira.
Me
quiere atraer a su mundo pero ¡yo no quiero!
¡Solo
quiero gritar y decirle al mundo lo mucho que la quiero! No
quiero que se cure ésta herida ni deseo hacerla cicatrizar ignorando
¡sus te quiero!
Si
pudiera tan solo navegar en su cauce...
Mecerme
en sus brazos de mujer valiente y atrevida
o
morar entre sus senos o beber
de
su húmeda boca, incitante, atrevida y exquisita.
Dejo
pues que los sueños me abracen e infundan paz.
Son
humanos, terrenales y amorosos, se dejan amar.
Una
vez alcancé a abrazar a uno, lo así por sus alas invisibles y
dejé que él, con fuerza, también me soñara
embarcado
y navegante en el interior de mis entrañas.
Divago,
lo sé, sin saber adónde me llevaran estas ensoñaciones y sin la libertad
necesaria para recordar después si tú, amor mío... sigues sin estar.
¡Y es
tanta mi necesidad!
que
no, ¡no sé! ¿qué más he de soñar?
No
quiero este silencio, es gris, sobrio e infinitamente deslucido. Siento como me
queman los pensamientos,
hambrientos de abrigo. Solitarios y fríos.
Grito
desde el fondo de mi alma,
mas nadie parece capaz de escucharme,
«Si tan solo
hubiera silencio…»
¡este
cruel y horrible silencio mío!