Imagen obtenida de Internet
Ya no me queda nada,
salvo buscarte inútilmente en la miríada
de estrellas
que me habitaron una vez el corazón,
esperando hallarte de nuevo
entre alguna de ellas.
Por esa razón quiero marcharme, ¡dejadme ir!
Dejadme que inunde con esfuerzo
y tesón el paraíso que me fue
negado en la Tierra.
Dejadme que me haga dueño, si acaso,
de un solo “cachito”. No
pido más, solo un “cacho”
de ese goloso pastel que es la libertad.
Y una vez que lo consiga, os pediré un mundo real.
Una
realidad. Un baile agarrado a la vida,
a un despertar cada mañana dando gracias
de poder vivir y respirar.
Necesito tanto un abrazo sincero.
Unos labios de mujer que
besar.
Un cuerpo femenino que responda
con dulzura a mis caricias,
a quién pueda
desear, abrazar, amar y adorar.
Para saborear de su lava ardiente,
Para saborear de su lava ardiente,
que sale y fluctúa de su doliente tripa
y a
la que llaman ¡LIBERTAD!.
«No miréis más allá
de estas letras porque, son eso, solo letras, palabras, solo unas letras mías
más».