Imagen obtenida de Internet
Si supiera hacer andar en mis entrañas la fuerza de la vida,
sin
quitarle un hálito de rabia a lo que me empuja
y exige echar fuera de mí cuanto
me asfixia o me desvela.
Si pudiera dejar de pensar tanto en lo que me anula,
para dar
vida y luz a mis sueños,
antes que volvieran a dormirse en primavera.
Si viviera y no solo respirara, con un corazón latente y vivo,
que no solo se dedicara a llevar oxígeno al cerebro
sino también, lo alimentara
de vivencias,
sueños maravillosos y esperanzas.
Tal vez entonces estallara en un arcoíris inmenso,
radiante y
sublime, cargado de experiencias,
de amores apasionados ¡con sensaciones,
emociones exaltadas y jubilosas enseñanzas!
Si no estuviera para el amor ya muerto,
indemne esperaría a
cerrar este capítulo
de insidiosos pensamientos.
Zarpazos de la muerte que me desgarra sin pudor
las entrañas
en un cruel abrazo.
Catarsis de un orgasmo envenenado
que dura ya un infinito
sufrimiento.
Para dar por fin mi último suspiro al aire,
homenaje a la dama
negra, la muerte
¡y a su macabro y despiadado beso!