Imagen obtenida de Internet
Te invito a
quererme,
tú, eres mi
vicio
y yo soy la
carne...
que te entra
lento y perezoso.
Fuego
caprichoso,
beso que te
quema
y que te
consuela
con orgasmos
caprichosos.
Deshielo
profundo...
dentro de tus
entrañas,
con la furia que
me posee, ciega,
con la pasión
de un loco.
Arde en mí el
deseo de tu carne
por beberte y
amarte dichoso,
a la vez que
jadeante y amoroso.
Tus gritos, los
míos,
dos al
unísono...
gimiendo y
gritando
¡no, no estamos locos!