Imagen obtenida de Internet
Dame, amor, un fuerte abrazo,
de esos apasionados que ahogan
las desdichas
y matan o expulsan del cuerpo las angustias.
No, no temas, no
olvidaré que te he perdido.
Tal vez no entiendas el significado de mi petición
o no apruebes
o me repudies al no sentir
el latir sofocado de este corazón que siempre fue
tuyo.
¿Tiemblas? no importa ¡abrázame!.
Soy débil, lo sé, tanto o más que cuando me conociste
y te
enamoraste de esta misma debilidad,
de esta cobardía mía por la vida
¿te escandalizas?
No debieras, vida mía, la muerte no me ha cambiado,
tal vez
transformado. Soy eso sí, diferente,
porque sé que me abrazas, besas mis
labios,
lloras. Hasta percibo que te agitas angustiada,
pero sigo sin sentir tu
abrasador aliento.
Se me llevan... los que me quisieron cargan con mis huesos,
aquellos que durante años aguantaron mi cuerpo.
Despídete de mí, mi amor,
dándome tu último beso.