Imagen obtenida de Internet
Al
igual que la flor del loto
surge
de la tierra, orgullosa y altanera,
así
surgiste tú con la fuerza de mi alma
abrazándola
y protegiéndola.
Cubriste
con tu simiente de vida a mi cerebro,
quitando
los obsoletos árboles otoñales
silenciando
con tus labios mis sueños efímeros,
y
los volviste vivos y reales.
Sé
que al igual que tú nací de la tierra,
y
soy fuerte, al mismo tiempo que osado.
Más
no es mi condición liberar mi carga
y
cargarla sobre tu tesón,
como
pudiera hacerlo un desalmado.
Ven,
querida, ahora mi vida es tuya,
y
tuyas son también mis quimeras.
Insuflaste
en mí la aguja de la vida
clavando
su filo sobre mi herida abierta
y ahora, al exhalar ¡la hice tu compañera!
y ahora, al exhalar ¡la hice tu compañera!